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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Fuiste prohibido

No mereces que te escriba, pero aquí estoy.  Te has vuelto una especie de incomodidad placentera.  Y ¿sabes qué? Eso tampoco te lo mereces. No te culpo que me hayas alejado de tu lado, al contrario, te lo aplaudo, con que madurez dejaste que todo pasará, eres una excelente persona, casi tanto como yo.

Mis lágrimas no se irán a ningún lado.

Llegas tan ausente de ti, me besas con los labios vacíos, me tocas en la distancia, me miras lleno de falta. Estás, pero no presente, te siento, te veo, te escucho, te quiero, mas no te tengo. ¿Qué puedo hacer contigo? ¿Dejarte ir? ¿Marcharme en silencio? ¿Quedarme en suspenso? ¡Dime qué! Te amo… no es suficiente. Me escapo de mí misma, entre tus brazos, vuelo lejos; nos veo como en sueños, dibujando aquellos días en los que éramos lo que hoy extraño, en los que podíamos soñar despiertos lo que ahora se esconde entre suplicios y pretextos. Puedes marcharte, pero mis ojos cerrados se quedan llenos de tu risa, mis lágrimas no se irán a ningún lado. Puedes marcharte, el miedo ya nos ha ganado.